te espero, si y con una pizca de dolor
busco huellas, si; ridícula obsesión.
Consciente soy de este peligro al vacío mismo,
atenta del posible fracaso estoy,
perdiendo miedo a la caída mientras abro los brazos en la cima,
donde la brisa dulce alborota mis cabellos
y aquel sol tibio de otoño que ilumina y embellece mis pupilas;
la piel erizada como ante el beso más puro...
Flexiono mis rodillas dispuesta a caer, pero sin la caída amaré.
LB Valdés
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