jueves, 2 de diciembre de 2010

Locamente cobarde

A veces es mejor adelantarse a lo que no se desea, si de sentimiento se habla, y sufrir menos, sonreír más y dejar la ilusión que tortura atrás.
Si de amor se habla, y la timidez es rey, vale más aprovechar su efecto y contagiar de ese débil enamoramiento al mundo, que lamentar el silencio en momentos que podrían haber sido buenos... pero también podrían haber sido los últimos.

Son excusas en su mayoría, cuando no eres capaz de algo inventas varias cosas para no sentir el fracaso en los hombros de la cobardía, para no sentir el manotazo que puede dar un no, incluso si es cariñoso y compasivo.
Me cargo de excusas baratas para convencerme de no llevar hacía ese sitio mi alma frágil, que no se arriesga a la locura por algo que comprende en falsedad, imaginación alucinante, sueños hermosamente farsantes.

Quizás, y simplemente así, mi don sea el amar lejano ese casi irreal -o a veces del todo surreal- que se da sin riesgos, sin preguntas, sin respuestas, sin riesgos de amistades valiosas, como sin valentía... así soy al fin y a cabo, locamente cobarde.

LB Valdés

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