Sin otro fin que vivir,
Con un peso irrisorio,
Más pequeña que mi brazo
Y con un dormir envidioso;
Preciosa, movimientos luminosos,
De ojos intensos y suspiros hondos,
De quejidos felinos
Y de largos dedos y perfectos labios.
Más podría amarte fuera de la habitación
mientras tus aseos y comidas se efectúan
y tus llantos sean agudos en mis oidos,
retrocederé, cerrando la puerta.
Más que todas tus virtudes de nacida,
Adoro mi parentesco limitado,
Sin escandalosos amaneceres.
Y más que nada, con todo, te amo Amparo.
LB Valdés
No hay comentarios:
Publicar un comentario