jueves, 19 de agosto de 2010

Amparo Ignacia


Sin otro fin que vivir,

Con un peso irrisorio,

Más pequeña que mi brazo

Y con un dormir envidioso;


Preciosa, movimientos luminosos,

De ojos intensos y suspiros hondos,

De quejidos felinos

Y de largos dedos y perfectos labios.


Más podría amarte fuera de la habitación

mientras tus aseos y comidas se efectúan

y tus llantos sean agudos en mis oidos,

retrocederé, cerrando la puerta.


Más que todas tus virtudes de nacida,

Adoro mi parentesco limitado,

Sin escandalosos amaneceres.

Y más que nada, con todo, te amo Amparo.


LB Valdés

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