sábado, 3 de abril de 2010

Mi propio re-nacimiento

Escribir era sinónimo de mal pasar, de dolor y de escape. Mi cuaderno por estos días se muestra vacío, y dentro de la melancolía que de los versos no salen a flote, la alegría de saberme equilibrada y contenta le da un dulzor a amaneceres y caminares.

Feliz estoy de saber que algo puedo hacer por esta tierra aporreada y su gente, feliz estoy de verme en acción y no en lamento quieto, feliz estoy de tener alguna esperanza de un futuro - quizás imposible de conocer - más contemplativo con su entorno, personas que se puedan mirar a los ojos y que cada nueva creación el planeta y sus otros seres no se vean amenazados.
No hay nada más hermoso que tener el alma tranquila, saberme fuerte, acogida y capaz; despierta y atenta. No hay nada mejor que pensar en positivo y ver como la vida te va variando hacia allá y que las cadenas van desapareciendo.
No hay cosa más maravillosa que esperar una vida, que sentirse tía y honrada de recibir látidos de aquella pequeñita que viene rapidito, como tampoco hay cosa más bella que ver como aquella persona que cuidó de ti y te esperó del mismo modo, que de vez en cuando se las dió de madre conmigo crea su familia y su futuro que parece tan bueno, tan pequeñamente hermoso.

Feliz estoy por sobre todo de apreciar la propia vida y no temer a la desgracia, de mantenerme en pie luego de la que pudo ser en mi, como para otros fue, una tragedia; reconocer que mis manos pueden tomar aquellas otras solitarias.

LB Valdés

No hay comentarios: