El nerviosismo se apoderó de el país casi en totalidad, por unos minutos quizás una hora en la que la ciudad volvió a ser quien era realmente de noche. Quizás hace cuanto no se respiraba con la oscuridad que realmente hay un día de finales de verano sobre las díez de la noche.
Fue precioso ver las estrellas en aquel cielo tan aporreado de esta ciudad.
Y aunque algunos les recordó el gran movimiento que pasó, a otros los hizo volver a las pequeñeces que con la electricidad se olvidan; cantar risueños alguna canción que se nos vino a la mente, acompañar aquel canto con una dulce guitarra, ver parejas abrazándose y quizás recordando que bueno es estar juntos... ver como la oscuridad de la noche y su suave brisa nos hincha los pulmones y nos deja ser románticos, poetas, cantores e ingeniosos inventores para poder ocupar la mente en algo ajeno a la tragedia que como hace siglos se podría haber visto en los teatros griegos, Chile vive.
La tierra nos dá su abrazo después de haber revolucionado en furia al olvidarla, nos perdona por unos instantes, los mismos que a oscuras pude disfrutar.
LB Valdés
1 comentario:
me encanta que seas capaz de ver mas allá del manto del miedo y seas capaz de disfrutar de esta sana oscuridad,
saludos
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