sábado, 20 de diciembre de 2008

Regazo al atardecer


Hoy después de un extraño, sin embargo dulce sueño inicié lo que sería un hermosisimo día... uno de los mejores de este horrible año.
Llegamos llenas de alegría y amor por dar, llenas de colores y regalos, llenas de ilusión y ansiedad, llenas de optimismo y energía.
Luceritos hermosos dentro de unos cuerpecitos pequeños nos observaron de inmediato con asombro y alegría, eran todas estas pequeñas que esperaban la llegada de estas nuevas "Tías", quienes les darían amor por unas horas haciendo desaparecer la pequeña gran soledad de sus corazoncitos.

Los primeros juegos, risas, cantos y aplausos nos dieron motor a dar todo, dejar el alma en las suyas, deja nuestra huella en sus recuerdos. Algunas no se separarían hasta el último instante de esta visitante que quizás veían como la hermana o la madre que hace mucho no ven, la tía o la abuela que les queda en sus pequeños recuerdos de niñez, quizás muchas no sabrán quienes son todos aquellos y esperan que cada nueva visita les sea su dueño, les acaricie las manitos en sus sueños de angelitos dormidos, que les acompañe gritandoles "hijita mía".
De pronto vamos conociendo sus nombres, sus gustos y sus juegos; nos abren sus corazoncitos como tesoritos para que no les abandonemos, otras reconocen a ciertas tías que volvieron con un caluroso, y para mi acogedor, "tía volvió!".

Quizás nadie se imagina que yo podría estremecerme por completo con tantas manitos pequeñas sobre mis piernas y brazos alzando la cabezita, pidiendome un abrazo, pero asi es... me encanta visitarlas una y otra vez, verlas crecer... creo que de aquí en adelante no abandonaré esta nueva costumbre, no se si seré ni siquiera se si quiero ser madre, sin embargo estoy segura de que seguiré siendo tía de estos y de futuros luceritos en cuerpecitos pequeños.

LB Valdés

1 comentario:

Rodolfo Serrano dijo...

Pasé para saludarte y me atrapar5on tus historias.
Un beso