“Siempre he soñado con viajar y salir de esta porquería de país” –pensaba Emilia mientras observaba la colorida vitrina de las aerolíneas Lan.
Durante los últimos diez años, Emilia no ha pensado en otra cosa que no sea salir de Chile. Según ella vivir en este lugar apartado era desafortunado e injusto, en Chile no había belleza ni felicidad, sólo inmundicias y dolores que llorar, y ese no era su sitio.
¿Qué impedía su huida?, la falta de dinero y quizás el miedo de cambiar su vida por completo, esto era lo que más deseaba, sin embargo, lo que más temía.
- Ay Benjamín, necesito volar a Madrid, salir de este aire, de esta ciudad, ¡de este país que tanto odio! -Le decía a su hermano que siendo muy menor emprendió de su hogar y país, quedándose en Madrid-.
- Pero mili, me estás diciendo lo mismo desde que me fui, ¿Porqué no te vienes de una vez?
- No, si ahora estoy decidida benja, pero me falta plata ¿ayúdame?
- Mira no se si tengo la necesaria, pero obvio. Te vienes a mi casa y ahí vemos.
- Gracias benja, en serio que encuentro pega en España y te pago hasta el suspiro.
Luego de esta conversación Emilia comienza una odisea para lograr su objetivo: encontrar la belleza y felicidad, según su instinto la hallaría en Europa, cerca de su hermano.
Cada mañana revisaba su cuenta bancaria, como si esta aumentase por arte de magia, y con una gran sonrisa decía para si: “Por fin seré feliz, por fin estaré en el sitio que merezco”.
Era julio, diez meses habían pasado después de iniciar su odisea. El frío se calaba en sus huesos como la idea fija de cumplir su sueño, estaba decidida; no volvería.
Estaba tan preocupada de su vuelo que no notaba que su madre le rogaba con los ojos hinchados:
- Mili ¿Por qué no te quedas? –al ver que la decisión era seria propone una nueva idea- ¿Me vendrás a visitar, me llamarás al menos? ¡Hija por favor! –con la voz entre cortada ante el recuerdo de su hijo Benjamín quien a los diecinueve años decide ir a estudiar y vivir en España cuando hace sólo unos meses su padre fallecía.
- Mamá, no se si para usted, pero para mi este no es sitio. Ya despídase que sino perderé el vuelo.
- ¡¡Emilia!! –gritaba con desesperación a esas alturas, que las fuerzas se agotaban y donde tenía la certeza de que, al igual que Benjamín, Emilia no regresaría.
15 de Julio: finaliza el gran viaje que implica trasladarse desde Santiago a Madrid, era el segundo avión y por fin este se detenía para pisar tierras españolas.
¡Qué emoción, qué emoción! –decía Emilia casi en voz alta, mientras se disponía a sacar su bolso de manos y bajar del avión lo antes posible.
Una vez fuera de Policía internacional, con la vista en alto y el corazón desesperado, comienza a buscar a su hermano.
- Ya ¿y ahora?, ¿Benjamín dónde estás?
En eso se acerca un tipo y acerca su mano al hombro de la muchacha.
- ¿Y tú, ya no me reconoces? –Con tono irónico y una gran sonrisa dibujada en el rostro-
- ¡¡Benja!! Estás guapísimo, ¿cómo has cambiado?
- Dame eso que muero por mostrarte mi casa, ¡vamos!
- Vamos.
Todo desde el comienzo era hermoso, perfecto y pacifico, sin duda Emilia encontró lo que tanto buscaba.
Pasó el tiempo, comenzaba el frío invierno madrileño y se apagaba el dulzor del verano, sus paisajes calidos y casi como si esta fuese la razón, ese encanto que encontraba al llegar.
Despertando de un gran sueño, en el cual recordó a su madre decide llamarla. A la espera de que esta contestase la llamada en su pecho algo la alumbra, algo le da un sonreír distinto, nunca antes reflejado en su rostro.
- ¡mamá! Hola, ¿cómo estás?
- Milita, pensé que jamás llamarías hija, que hermoso escucharte.
- Mamá, quiero estar contigo, donde sea, aquí allá… quiero verte, quiero abrazarte…
Un silencio desde el otro lado del teléfono, con un gran suspiro y sollozo.
- ¿Mamá?
- Mi amor es lo que más deseo ahora, verte, sentirte… a ti y a benjita.
La conversación continuaba su rumbo melancólico y reconfortante, el calor del verano santiaguino parecía llegar hasta el corazón de Emilia.
Después de tanto aguce de sentidos, de tanto buscar y buscar maneras de comprender lo que para Emilia era tan difícil de entender, logró ultimar que no se ve lo que se debería ver, no se sabe buscar donde se debe buscar y que penoso que no se vea lo esencial, decía ella misma, siendo esto lo más alcanzable.
¿Cómo jamás pude notarlo?, ¿Cómo estuve tan cegada antes?
No encajaba en sus pensamientos como le había sido tan complicado usar todo menos los sentidos, “más que mal para percibir es tenemos sentimientos”, razonaba de pronto.
Estaba tan cegada, tan engañada y convencida de que aquel engaño es sincero, como muchos de nosotros que nos creemos grandes observadores por poder ver el rostro del otro cada mañana, cuando en realidad es aquel el más ciego, no logra ver la esencia.
La felicidad está allí esplendorosa y siempre presente, dentro de cada corazón, porque buscar en lo inalcanzable, la felicidad la tenemos y cada uno tiene justo la felicidad que busca. ¿Será que está tan hundida que no logra aflorar?, bueno es lógico ¿no?, mientras más buscas y buscas, como Emilia, alojas nuevas y falsas felicidades al pecho oscureciendo cada vez más aquella pequeña e insignificante luz que intenta reinar. Si tan sólo hicieras un esfuerzo en destacar a esa pequeña luciérnaga lograrías, y lo aseguro, encontrar la mismísima belleza y felicidad buscada.
La belleza está en los ojos, está en los oídos, está en los pasos, en amaneceres y anocheceres, en la brisa que nos besa las mejillas día a día, más la esquivas a cada segundo, que inútil… estará allí siempre, jamás desaparece, la idea es no hacer tan fácil la llegada, pero ¿para que hacer más complicado el viaje?.
¿Cuántas veces fuiste Emilia, sin ver tu pequeña luz, tu gran belleza?
L.B. Valdés
Con el mismo nombre con el cual he bautizado este blog, con las mismas ganas de entregar detallitos; he ganado el primer lugar en el concurso literario, de categoria cuentos, dentro de mi establecimiento.
Apesar de ser un simple papel con varias firmas, me llena de orgullo, a alguien más le interesa lo que he escrito con esmero.
2 comentarios:
Como lograr trasmitir el mensaje de fondo que has logrado descifrar como gran verdad a tanta gente que lo necesita. Tu cuento vale como esfuerzo poara ello... te felicito!!! Soledad
Gracias
Publicar un comentario