Ese sabor dulce que rememora sensaciones pasadas cuando la tranquilidad me consumía y podía, si hubiese querido, recostarme en las sombras más dulces a repasar lo vivido, estar al borde como espectador de lo que me envuelve...
La poesía misma que me devuelve los ánimos, la mejor medicina a mi conflicto interior, el abrazo más firme que puedo recurrir sin pudor, sin miedo... donde finalmente desnudo el alma y me entrego plena, con la pasión suficiente para dar a las palabras ese significado puro de los augurios del alma.
El sueño anda borracho de deseo y la vigilia conflictiva con el deber que intenta destacar y guiar a paso firme.
El latido como enamorado que salta emocionado, sin una excusa poderosa más que el placer mismo del amar desmedido; amar el vuelo, el camino eterno que paso a paso voy construyendo.
La mirada dulce y húmeda que estalla a la emoción más mínima y una voz frágil que quisiera regalarte los más bellos versos, alborotar tus cabellos y decir un te quiero...
LB Valdés
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