domingo, 3 de abril de 2011

Hoy, dentro del brillo de la ciudad y sus dinámicas actividades, me encuentro de golpe con su olor, su recuerdo más vivo que nunca... las sensaciones aflorando hasta en el más mínimo rincón de mi piel. Eran sus calles, era la gente que te topa en las mañanas o quizás en el intenso regresar después de recorrer la ciudad.
Su puerta - quizás como una muestra de su corazón - cerrada a cal y canto a mi, mostrando gustosa su número, recordando que no me he equivocado, estoy frente a ella sin una excusa para abrirla.
Pasé fugaz y casual, y el sentimiento no ha dejado de invadirme, si bien las cosas fluyen como el agua y son repentinas, rápidas, escaseados de asombro y pasión, pareciera que lo mío es una cosa sólida como la piedra, que no se disuelve ni con el mar y su oleaje intenso... te quiero tanto que soy capaz de estar lejos, de guardarme y olvidarme de todo lo bello, de cambiar la ruta cuando puede que estés ahí mientras el alma me grita enfrentarte y buscarte.

No sé si fracasada es como me siento, sólo se que después de ti no he hecho más que buscar algo de aquello, algo que vuelva a erizarme la piel y mantenerme lucida en sentires, buscar el balance estable y llegar a un acuerdo para por fin derrumbar los egos.
Imagínate lo que hubiera sido si la tolerancia, la humildad y el desate de tantas cadenas estúpidas se hubiesen extinguido; imagínate la belleza de haber logrado derrumbar esos muros... pero bueno, quizás no sea ahora, quizás la próxima vida... puede que tengamos que aprender a ser almas sabias... Ya va a ocurrir, pero eso si, prométeme algo; la próxima vez no te mueras sin decirme a donde vas.

LB Valdés

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