Su puerta - quizás como una muestra de su corazón - cerrada a cal y canto a mi, mostrando gustosa su número, recordando que no me he equivocado, estoy frente a ella sin una excusa para abrirla.
Pasé fugaz y casual, y el sentimiento no ha dejado de invadirme, si bien las cosas fluyen como el agua y son repentinas, rápidas, escaseados de asombro y pasión, pareciera que lo mío es una cosa sólida como la piedra, que no se disuelve ni con el mar y su oleaje intenso... te quiero tanto que soy capaz de estar lejos, de guardarme y olvidarme de todo lo bello, de cambiar la ruta cuando puede que estés ahí mientras el alma me grita enfrentarte y buscarte.
No sé si fracasada es como me siento, sólo se que después de ti no he hecho más que buscar algo de aquello, algo que vuelva a erizarme la piel y mantenerme lucida en sentires, buscar el balance estable y llegar a un acuerdo para por fin derrumbar los egos.
Imagínate lo que hubiera sido si la tolerancia, la humildad y el desate de tantas cadenas estúpidas se hubiesen extinguido; imagínate la belleza de haber logrado derrumbar esos muros... pero bueno, quizás no sea ahora, quizás la próxima vida... puede que tengamos que aprender a ser almas sabias... Ya va a ocurrir, pero eso si, prométeme algo; la próxima vez no te mueras sin decirme a donde vas.
LB Valdés
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