Con un "no puedo más" sumado a una comprensión y aceptación profunda; entre el alivio de sabernos sanos y el dolor de la distancia como su consecuencia, con las ganas de arrancar del pecho el corazón que no aguanta una más... voy muriendo camino a revivir.
Y pareciera que es una depresión terrible, la peor tragedia e incluso una historia digna de teleserie venezolana, sin embargo - sé que al menos uno podrá comprender - es lo más hermoso que he podido entregar y que he podido recibir. Saber que algo tan hermoso se debe dar de una forma tan triste y que afortunada me siento de saber que eso es justamente lo más hermoso que puede suceder, lo más hermoso que me podría suceder.
Les habla un ser en plena muerte, que siente y llora lo que deja; que sueña y alcanza lo que viene con más fuerza, sabiduría, corazón y sentir.
He llegado a la conclusión de que lo malo no es llorar el final, el dejar partir, si no intentar detener el proceso natural de que "morir también es ley de vida" como dice Drexler en una canción.
No lo negaré, no me siento ni tan vital ni con tantos ánimos de sonreir, más bien quiero llorar, cantar y dormir... pero es natural también aprender del sufrir y amarlo por ridículo que suene. Un sufrir que no es el estado: "sufrimiento", un sufrir que es una etapa como el morir como puente a otra etapa... la vida.
Un fuerte abrazo al y a la lectora que silenciosos leen y viven etapas parecidas, opten por caminar hacia su nueva vida. Les acompaño desde las que parecieran tan lejanas letras.
LB Valdés
Uno suele ahogar penas, engrandecer euforías y alegrías con un buen repertorio de canciones, poemas, libros, panoramas e incluso sabores. Como un buen ser humano más no puedo dejar atrás frases de canciones bastante utilizadas como "poder decir adiós es crecer" de Cerati. Es mi momento de lo cliché mis disculpas a quienes esperan un poco más.
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