Cuando la muerte se presenta ante tus ojos, te rodea y te güiña no sabes bien como devolverle el gesto ni mucho menos si llorar o resignarte. Es tan dificil no hablar de sufrir cuando la muerte se hace presente en quien más amas, en quien es tu luz, tu guía, tu suspiro y sonrisa eterna. Es tan difícil pedirle al otro exactamente lo que necesitas en aquel momento a modo de consuelo, de sentir que no estás solo.
Hoy estoy en el papel consolador, que tampoco es muy fácil, pues ¿qué puedes decir?, ¿qué puedes hacer? cuando es la propia madre la ausente, la que emprende vuelo hacia mundos desconocidos a nuestros ojos, a nuestras manos con menos de 50 primaveras celebradas, justo el día que debía apagar velas con un pastel y sonriente a los acogidos.
Creo que sólo queda creer en la leyenda y mirar esperanzado al cielo... una nueva estrella ha llegado a lo más alto, es una bella dama, un lucero pequeñamente hermoso llamado Sandra. Tuve el honor de ver su sonrisa, de escuchar su voz y sentir su abrazo. Su hijo llora, mas recuerda que debe seguir andando en honor a quien lo cobijó en su vientre... su amada madre.
LB Valdés
El dolor del cuerpo le calaba hondo, no sufrió su despido y mejor que cada uno de nosotros se presenta como en la vida que la conocimos... radiante y amante. Buen viaje.
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