
Que maravillosas horas, a pesar del ardor en mis oídos a los que aferré al telefono. Que dulce esperanza la mía. Sólo solicité una cosa, creo estar en dicho derecho: "Que no sea tanto tiempo antes de que vuelva tu voz a mis oídos".
La despedida fue eterna como cada despedida nuestra... ya el temblor había desaparecido hablamos de viajes, conciertos, discos, películas, la rutina... en fin, las novedades de los meses en ausencia.
Descubrí lo más hermoso.... Nunca he ni hemos estado solos, somos nosotros mismos los que han acompañado desde nuestros pensamientos cada paso caminado, cada sueño acorralado, cada llanto desesperado, cada insaciable deseo de la mirada en el otro.
La luz del tunel va penetrando...
LB Valdés
2 comentarios:
y aun kedaba musho mas ke decir de esa llamada.... no?
el resto es para mi... la consecuencia es para compartir, mi sonrisa... el hecho guardadito estará.
gracias por tu comentario
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