sábado, 11 de junio de 2011

Confesionario

Después de contarles, con nerviosismo, atrevimiento; compasión y dulzura...
me cobijé en sus brazos como un bebé inocente; me dejé abrazar como si no conociera aquello, y besar las mejillas rojas como si no supiera de todo su cariño depositado en mi.
Con gran alegría recibí sus agradecimientos de confianza, los ojos más tiernos que me pudieron regalar, y el acto más bello, sincero y eterno: aceptar a su retoño con todas sus aristas; aceptar que su niña era bisexual.

LB Valdés

No hay comentarios: