"Quédate", palabra peligrosa...
Cuando lo pides es como decir a ti mismo: tendrás que acostumbrarte a que en el pecho yace su nombre, su cuerpo, su olor, su tacto, su beso, su llanto, su calor, su sonrisa, su espanto. Es como decirle al alma que el respiro no es tan propio, que el latido tiene sentido, que las estaciones tienen gruesas grietas de recuerdos como un suspiro en la montaña, como la luz del sol que llega al cuerpo, como el calor de una hoja recién rociada...
"Quédate", es aferrarte... y a veces más que aquello, más que lo tangible, lo físico y destructible es el abrir paso a que anide en tu pecho, que se mantenga dormido al recuerdo encarnado en cada nuevo amar, en cada nuevo suspiro.
"Me voy contigo", es amarrarte, es obligarte... es temer a fracasar, es no ver avanzar, es hacer de tu vida un lugar en la suya, es una busqueda sin fin de todo trozo de suspiro otrogado por tu causa, por tu presencia, por tu mirada, por tu dormir de niño acogido en el pecho, por el deseo ágil, pequeño y tan inmenso de saberte dormido allí donde no percibiste la palabra amor por olvidar al decir de los labios, a transmitir en la piel, en los ojos, en las manos.
LB Valdés
Esto es lo que una película puede provocar, palabras con pluma de alma que jamás volverán a relucir. Eso es lo que provoca que alguien más quisiera transmitir...
Recomiendo "No mires para abajo" de Subiela.
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