Conversar y mediante aquello saber la historia del otro, comprender el pasado para entender su presente - presente que por cierto dicha persona comparte conmigo - es uno de los momentos en que me admiro del poder de la palabra, el poder de el idioma en todas sus manifestaciones, ese comprender y estar absolutamente seguro de que es aquel el lugar para llorar, son ellos los indicados para poner tu corazón en sus manos y sentirte confiado de que ellos podran sanarlo... ¿puede ser eso más hermoso?
Me siento aforunada de tener todas las dificultades de pequeña, todas las confusiones de roles familiares, de tener 3 hermanos -los únicos- de un padre distinto, de tener a mi padre fuera de casa, de criarme con la mujer más hermosa del mundo a pesar de no haber nacido de ella, de no poder gritar con fuerza lo que realmente soy en mi micromundo.
Afortunada... nadie puede tener mi misma mirada, pues jamás tendrá la misma experiencia, el mismo dolor, la misma alegría.
Afortunada me siento de no haber sufrido más, de no haber tenido razones más horribles que las vividas para llorar con dolor en el alma, de no haber tenido marcas en mi piel por el odio de otro... nacería una y otra vez donde y cuando mismo... asi fue y tenía que ser.
Pude superar todo aquello y gracias a ello ser quien soy, vivir como vivo, pensar como pienso... amar como amo... observar como observo...
Gracias al sufrimiento, al amor y a la alegría; a la desgracia, las muertes y nacimientos; a los fracasos, logros y frustraciones.
LB Valdés
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